El tiempo como derecho – un verano en calma

No sé muy bien cómo, pero me he encontrado con un verano en el que he sabido frenar. Mayo y junio vinieron con sendos sustos de salud en la familia, y cada vez más me reconozco como una persona hipersensible, así que el cuerpo y la mente me pedían parar. Muchos años sin darme vacaciones.

Y eso he hecho. He tenido un tiempo de «detención», me he dado el permiso de centrarme en el huerto (que es un proyecto permanente), y he conseguido parir una exposición de pintura después de cinco años sin exponer nada. No es que haya estado mano sobre mano, pero no he tenido la sensación de hacer malabares con demasiados proyectos.

He leído, he ido al río y al pantano a bañarme, he sufrido el dolor de los picotazos de mosquitos. Me he puesto morena y más rubia de pelo. Viva la intemperie. He dibujado y he pensado. Como si fuera Vania el Forzudo recopilando fuerzas.

Ahora toca volver a la carga, centrarse -el colofón del verano siempre son las fiestas de Barbastro, y la comparsa en la que tomo parte-, y preparar un curso para ofrecer todo lo que he estado aprendiendo: sobre aprendizaje, atención, creatividad…

Sólo estas breves líneas para saludarte de vuelta, y desearte un inicio de curso lo más suave y fructífero posible.

Deja un comentario

Tu dirección de correo electrónico no será publicada. Los campos obligatorios están marcados con *

Scroll al inicio