Desde muy al principio, en la Facultad de Bellas Artes distinguían entre Artes y Artes aplicadas. Estas segundas, por lo que fuera, tenían menor categoría -por aquello de que el verdadero arte sólo se sirve a sí mismo- y eran vistas como innobles. Ahí cabían, a finales de los 90, el diseño gráfico, la ilustración, la rotulación, la impresión -pero no el grabado-, y un buen número de aquello que en los epígrafes de Hacienda está en Artes y Oficios.
El dibujo, curiosamente, quedaba un poco al margen de todo aquello. Como lenguaje primario que es para las artes plásticas -aplicadas o no-, el dibujo vive en un limbo en el que se reconoce su carácter primordial pero apenas se explora su potencial como herramienta de pensamiento. Y a mí, que hice la especialidad en pintura, siempre me ha rechinado un poco ese desarraigo con nuestra herramienta más valiosa.
Muchas veces, ese desarraigo es fruto de la inercia de considerar como único dibujo válido el destinado a la recreación artística. El dibujo bonito, que nos gustaría colgar en las paredes de nuestra casa. Pero existe ese otro dibujo, el que usamos para explicarnos en la parte de atrás de una servilleta. A ese dibujo le llamo el dibujo funcional.
Cuando doy los cursos de Visual Thinking siempre hay un o una asistente que se disculpa por no saber dibujar. Ese no saber dibujar se refiere al dibujo artístico. Pero pronto aclaro que ese no es nuestro objetivo -si bien, con la práctica refinamos y mejoramos trazos, iconos, dibujos y letras.
El objetivo es entender lo visual como lenguaje, y aprender sus fundamentos. Y la manera más directa es a través de practicar el dibujo que nos sirva.
¿Para qué me sirve a mí el dibujo funcional?
- Me sirve para poder explicar cosas. Muchas veces necesito poder dibujar un croquis o esquema para que me entiendan
- Me sirve para planificar. En una línea de tiempo, una pizarra kanban o incluso pensar la arquitectura de este sitio
- Me sirve para entender. En libros que explican procesos necesito poder dibujar esos procesos para poder incorporarlos a mi conocimiento
- Me sirve para memorizar. Bendita memoria fotográfica. Yo no era así hasta que empecé a entrenarme. Tenía buena retentiva, pero ni por asomo la capacidad que tengo ahora. Mediante el dibujo hago anclajes visuales que le sirven a mi cerebro para recordar esquemas e ideas
¿Y a ti? ¿Para qué te puede servir el dibujo funcional?
- Para estudiar. Aprender con el lápiz en la mano no sólo es deseable, sino en muchas ocasiones necesario (piensa en las formas de las moléculas, los estratos geológicos, las líneas de tiempo de la historia, los diagramas de flujo en informática…)
- Para pensar. Organizarse y tomar decisiones es mucho más fácil cuando no se hace exclusivamente en la cabeza. Tomar unos cuantos post-it de colores para establecer categorías y a partir de ahí deliberar un curso de acción, un filtrado de información…
- Para mejorar el trabajo de equipo. Si en el punto anterior hablábamos de hacer material el pensamiento, cuando trabajamos con otras personas es primordial poder hacerlo tangible y manipulativo. Una pizarra, unos cuantos rotuladores, y la creatividad empieza a aparecer. Y además, con una sensación maravillosa de formar parte de algo más grande que la mera suma de individuos
- Para explicar. Si tu trabajo es la docencia, llegar mejor a los alumnos repercute en la calidad de su aprendizaje. Si tienes empleados a tu cargo, dejar constancia visual de procesos y decisiones es importante para cumplirlos y eventualmente mejorarlos. Si tienes clientes B2B, las reuniones son mucho más ágiles cuando se alcanza el entendimiento, y el dibujo funcional ayuda en esta tarea
Si todavía no lo ves claro, te propongo un pequeño ejercicio:
- Coge un folio y colócalo de manera horizontal. Dibuja dos líneas, de tal manera que queden tres columnas de ancho parecido. Algo así:
- Ahora, nombra cada una de las columnas como «Dentro de un año», «Dentro de tres meses», «La semana que viene»
- En la primera columna «Dentro de un año» escribe y rodea cómo te gustaría estar dentro de un año a nivel laboral, personal, espiritual, físico… Lo que creas que necesitas dilucidar
- Ahora, de cada uno de esos deseos que has rodeado, traza líneas a la columna de «Dentro de tres meses», escribiendo qué tiene que pasar dentro de tres meses para llegar al objetivo de «Dentro de un año»
- Por último, conecta las acciones de la segunda columna con acciones que puedas empezar a hacer la semana que viene para tomar un curso de acción.
Voilá! Un mapa desiderativo, en el que has puesto negro sobre blanco cómo conseguir objetivos a largo plazo mediante acciones a corto y medio plazo. Puedes añadir si quieres alguna columna más («Dentro de seis meses»). Puedes pintar las flechas de distinto color dependiendo de si puedes hacerlo solo o necesitas colaborar con alguien. Puedes añadir iconos dependiendo de si has de invertir dinero, si has de desplazarte… Vuelca esta información en tu agenda o sistema de gestión del tiempo, y ¡a trabajar!
Espero que este artículo te haya servido de ayuda para ver en qué te puede servir el dibujo funcional. Si tienes dudas, propuestas o ideas, o simplemente me quieres decir «hello», aquí puedes escribirme unas líneas.